La noche del miércoles 11 de agosto cenaron en Estación Atocha, los integrantes de la “boyband” mexicana de pop y dance Urband 5, del sello disquero Warner. Los veinteañeros, que vinieron a promocionar en los medios los temas incluidos en su primer disco, cumplieron una ardua jornada de trabajo bajo la guía de Julián Villalta, representante regional de Warner. Son muchachos simpáticos, educados y muy talentosos. Tras probar una copa de sangría, paella, solomillo, croquetas de queso manchego, champiñones y otros platillos españoles, improvisaron algunas canciones, acompañadas por un desafinado piano del siglo antepasado, que cumple una función meramente decorativa en el salón principal del restaurante. No se cómo lo hizo, pero Carlos Bolio lo puso a sonar y todos se pusieron a cantar. En realidad estos son artistas de verdad y estoy seguro que el éxito llegará más pronto de lo que ellos mismos esperan.
Es un Ortiz y Cussó
El que tocó Carlos Bolio, de Urband 5, es un viejo y desafinado piano vertical Ortiz y Cussó, fabricado por una prestigiosa empresa catalana, fundada en 1898, que se ha convertido en la atracción de todos cuantos visitan en Estación Atocha SABANA NORTE, ubicada 100 al oeste y 100 al norte del edificio principal del ICE, en La Sabana. Esta joya es propiedad de don José Calvo quien nos lo prestó y nosotros gustosos aceptamos cuidarlo con esmero, porque luce muy bien en el comedor principal. No hay quien llegue al restaurante que no tenga que ver con este piano y de paso pulse alguna de las teclas. Los que saben de música y tiene buen oído dicen de inmediato que está desafinado, pero la verdad es que eso no importa porque no lo queremos para un concierto, su misión es recordarnos que toda la música del mundo es siempre buena y que en esta antigüedad catalana muchos interpretaron agradables melodías. La música no se toca, se disfruta.