En Atocha confluyen todas las rutas de España, por eso, estamos aquí, en esta estación, para redescubrir los destinos de ese gran país. Después de casi una década de haber ingresado en contacto con morteros y paelleras, tapas y montaditos, hicimos una parada, para mejorar, para recorrer otros caminos de La Rioja, de la Ribera del Duero, de Andalucía, de Castilla La Mancha, de España toda. Atocha es la primera estación de España en trayectos nacionales. Es el punto de encuentro más emblemático de todos cuantos pasamos por España. Inaugurada en el siglo XIX, es uno de los lugares más castizos de Madrid, siempre llena de multitud como la que despedía a los soldados que partían a la Guerra de África, escenario de obras como las de Galdós, pero, sobre todo, escenario del acontecimiento clave en la historia que fueron los atentados del 11-M. De pequeña, la Estación Atocha me maravilló. Mi escuela quedaba sobre la calle de Santa Isabel, paralela a la calle de Atocha; todos los días me bajaba en Atocha, porque era la boca de metro que me pillaba más cerca. En el 2004, de paso por Madrid, me tocó estar cerca de la estación cuando se produjo la explosión del 11-M. Esta vez me conmovió. Me indignó. Nunca olvidaré ese trágico día. Nadie debería olvidarlo, para que no vuelva a ocurrir. Definitivamente que la Estación Atocha pertenece a ese Madrid imborrable. Atocha es España con su sal y color, es Madrid, ciudad de corazón barroco y de múltiples sabores. Estación Atocha es un, edificio de cristal, hierro y ladrillo, que está considerado una obra de arte de la arquitectura decimonónica; se encuentra en el barrio de Atocha, del distrito de Arganzuela. Por eso, paramos en esta estación, para recordar a Madrid, la ciudad más bonita del mundo, y para conocer España por medio de su extensa gastronomía acompañada, eso sí, por una copa de un Rioja o un Ribera. Como dice Sabina, yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid.
María José Guzmán Mora
Sabana Norte, 3 de agosto del 2009